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25 de diciembre de 2010
Misha Tahl, un genio que combinaba a la velocidad de un meteoro
Mikhail Tahl
Mikhail Tahl era un enamorado del ajedrez blitz. Siempre se divertía cuando jugaba al aje- drez, pero cuando disputaba partidas relámpago disfrutaba de una manera especial.
Al finalizar el entrenamiento diario siempre decía lo mismo: ¡blitz, blitz!, era entonces cuando daba comienzo una sucesión interminable de partidas rápidas que disputaba con su equipo de preparadores. ¿Cómo jugaba Tahl a ritmo rápido?... pues de la misma manera que lo hacía a ritmo clásico, sacrificando piezas sin parar. Y como era habitual en él, alguno de esos sacrificios no eran del todo correctos, pero servían para complicar la posición, era justo en ese momento cuando Tahl se ponía su capa de mago y empezaba a realizar pases mágicos a lo largo de todo el tablero. No importa que hoy se analicen sus partidas con un programa y se diga que son incorrectas, Tahl tenía un sexto sentido que le permitía saber en que momento debía lanzarse al ataque y lo hacía de forma indiscriminada, sin soltar nunca la presa, aunque las fuerzas flaqueasen... porque señores (o seño- ras), Misha Tahl era un genio.
Si, un genio, y lo era dentro y fuera del tablero, una de esas personas irrepetibles que pueden hacer lo que deseen en esta vida, dotadas de un magnetismo especial que hará que triunfen en todo lo que se propongan. Él decidió dedicarse al ajedrez simplemente porque le encantaba y le hacía feliz, cada cual es dueño de escoger su destino y nadie tiene derecho a criticar su decisión... no seremos los aficionados al ajedrez los que nos vayamos a lamentar por ello.
Pero regresemos a las partidas blitz que disputaba un mago que nació en Riga. Por supuesto, Tahl no podía abandonar su irónico sentido del humor ni cuando estaba frente a un tablero, siempre que a su reloj le quedaban unos pocos segundos solía decir tranquilamente: "La calma es mi amante" y cuando realizaba un sacrificio poco claro comentaba: "no te preocupes, ahora conseguiré que se le caiga la banderita". Todo esto en el fragor de la batalla y con el tiempo volando en su reloj.
Como jugador de rápidas no conoció rival, tal como atestigua su triunfo en el primer campeonato del mundo blitz (1988) o sus múltiples triunfos en los famosos torneos blitz de Moscú y San Petersburgo, donde se apuntó casi todas las ediciones disputadas. En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, voy a recurrir a la visión que tenía otro jugador sobre Tahl, se trata de Gennadi Sosonko, que fue su entrenador durante unos meses.
Gennadi Sosonko debe su fama a su buen juego en el tablero y a ser uno de los jugadores soviéticos que decidieron huir de la extinta URSS. Huir de la Unión Soviética en aquellos tiempos era una afrenta irreparable y Sosonko pasó a ser considerado enemigo de la patria. Gennadi se refugió en Holanda y tomó esa bandera como la suya, iniciando una nueva vida que rompía irremediablemente con su pasado ruso.
Sosonko conoció a muchas de las grandes figuras soviéticas, llegando a trabar amistad con muchas de ellas. El ruso-holandés decidió plasmar su visión particular sobre varios de estos jugadores y sobre el ajedrez soviético en un libro muy interesante: "Siluetas del ajedrez ruso", cuyo interés radica en los datos curiosos que revela sobre la personalidad de ciertos jugadores soviéticos, que nos desvelan un lado poco conocido de esta genial generación de jugadores.
Sosonko tenía un especial cariño a Mikhail Tahl, para el que sólo tuvo palabras amables en su libro. El testimonio de Sosonko nos ayudará a conocer a Tahl más profundamente y nos acercará a la dimensión de este jugador irrepetible, con sus pasiones y su manera de vivir, siempre al límite:
Por supuesto, no estaba interesado en títulos ni premios. Creo que ni el título de campeón del mundo le interesó demasia- do. No le interesaba en absoluto hacer carrera, ni el poder ni los beneficios de sus colegas, los campeones de los últimos años.
Mostraba poco interés por la salud (NOTA: fumaba dos o tres paquetes de cigarrillos al día, bebía y solía dormir muy poco), por su aspecto o por lo que otros pensaran de él. Era como de otro planeta y había sólo una cosa que realmente le entusiasmaba y le interesaba: el ajedrez. Pertenecía a esa rara categoría de gente que, sin decirlo, rechaza todo lo que la mayoría desea y marcha a través de la vida con un paso anticipado; un elegido del destino, un adorno en la tierra. Al que- mar su vida, sabía que no era un ensayo y que no había otra. Pero no quería y no podía vivir de otra manera.
En los comentarios de sus propias partidas había un predominio de la benevolencia, respeto por el oponente e ironía res- pecto de si mismo, todo lo cual raramente se encuentra en nuestro días.
Unos pocos años antes de su muerte, Wilhelm Steinitz dijo: "No soy un historiador de ajedrez, soy una pieza de la historia del ajedrez que nadie puede ignorar". Todo aquel que haya estado o vaya a estar interesado en este maravilloso mundo del ajedrez no podrá ignorar el ilustre nombre de Misha Tahl.
Gennadi Sosonko ("Siluetas del ajedrez ruso")
Simplemente, tras leer el libro de Sosonko, me apetecía volver a rendir un homenaje a Tahl, un personaje genial que se merece todos los reconocimientos que le podamos dar... las palabras de Sosonko me parecieron el vehículo perfecto para hacerlo.
Conozcamos un poco más
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