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Según la versión de Spassky, tras el derrame cerebrarl fue conducido a Francia para ser recluído en un piso donde trataron de dejarle incomunicado. Sin internet, ni teléfono, Spassky estaba aislado del exterior, le habían quitado toda su documentación y no tenía ni la opción de salir a la calle. No se le trataba de sus dolencias y sólo se le suministraban calmantes con la idea de mantenerle anclado a la cama. Según Spassky, también le suministraban algún medicamento que le hacía empeorar y le provocaba diversas úlceras por todo el cuerpo.
En opinión de Spassky, que no sabe quien o quienes urdieron este plan, alguién quería beneficiarse con su muerte. Por fortuna para Boris, unos amigos trazaron un plan para liberarle, consiguieron sacarle del piso y llevarle a la embajada rusa, donde le dieron un pasaporte y le enviaron a Moscú. Actualmente se encuentra en un hospital moscovita recuperando su frágil salud.
Esta historia es sumamente inquietante y nos da una muestra de hasta donde puede llegar la mezquindad del ser humano. Desde estas líneas deseo una pronta recuperación a Spassky y que vuelva pronto a deleitarnos con sus comentarios sobre las partidas actuales, una fuente de conocimiento y talento que hoy en día no abunda.
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