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12 de septiembre de 2010

GM MAGNUS CARLSEN



Acaba de derrotar al campeón del mundo, Anand, en la final de un torneo veraniego, si el adjetivo es posible en Noruega. Las partidas eran rápidas, pero cazar al tigre de Madrás en su modalidad favorita casi añade más mérito a la victoria. En unos días se enfrenta al planeta entero en una original competición que tendrá lugar en Nueva York, en la víspera del aniversario del trágico atentado de las Torres Gemelas. El día 10, el hotel Cooper Square será la sede del G-Star Raw World Chess Challenge, un enfrentamiento entre el joven prodigio y el resto del mundo.
Carlsen aclara el valor del duelo: «El Mundo (los usuarios registrados en
«rwcc.g-star.com») recibirá diferentes opciones de movimientos de tres grandes maestros buenísimos. La combinación de la experiencia y el conocimiento del público puede ser explosiva. Será una partida muy interesante y estoy seguro de que tendré que jugar a mi mejor nivel». La húngara Judit Polgar, el francés Maxime Vachier-Lagrave y el estadounidense Hikaru Nakamura propondrán al público tres jugadas para evitar errores colectivos. Su capitán será el ex campeón Garry Kasparov, quien ha destacado que «el ajedrez es el único deporte que permite al mundo entero jugar de forma simultánea contra el número uno».
La partida intentará además impulsar el ajedrez en un país que desde la retirada de Bobby Fischer sólo mira al rey de los juegos de reojo. ¿Es posible introducirlo de verdad en Estados Unidos o ya tienen demasiados deportes masivos? «Creo que puede ocurrir —responde Carlsen— cuando el ajedrez se convierta en un deporte televisivo. Estoy convencido de que un productor con visión podría hacer que los torneos más importantes fueran seguidos por una amplia audiencia. Los americanos están empezando a interesarse más por el ajedrez porque la cobertura del campeonato de su país está hecha por unos comentaristas muy buenos y tiene una imagen gráfica estupenda. También creo que el G-Star Raw Challenge se verá espectacular en internet».
Otro de los objetivos del la iniciativa es promocionar el ajedrez entre los niños. «Es una manera divertida de aprender a concentrarse en algo». Pero quien quiera llegar a gran maestro, aclara Magnus, debería empezar «antes de cumplir diez años». El uso de los ordenadores, en cambio, no es tan importante, al menos al principio: «Cuando empiezas, lo mejor es divertirse. Si juegas en un tablero o en el ordenador en realidad da igual».
Año «sabático» a los trece
El caso de Magnus Carlsen no es muy habitual. A los cinco años recitaba de memoria la extensión, población y capital de todos los países del mundo. A los 13 era el gran maestro más joven de la historia. Poco antes se permitió el lujo de dejar el colegio para trotar por el mundo junto a su familia y jugar torneos. Para pagar el capricho (o la inversión), sus padres vendieron un coche y alquilaron su vivienda. «El año que estuvimos fuera, mi madre continuó en casa con las clases para mí y mis hermanos», aclara el noruego, que se define como caótico y vago, como cualquier chico normal. «Paso el tiempo con mis amigos viendo películas y jugando al ordenador, algunas veces también al poker», asegura. «Pero también me pierdo en mis pensamientos, lo que puede llevarme a situaciones extrañas…».
«Paso el tiempo viendo películas y jugando al ordenador, algunas veces también al poker»Carlsen no es el primer ajedrecista que practica el poker (el ruso Alexander Grischuk, séptimo del mundo, reparte su tiempo entre ambas actividades desde hace tiempo), pero el noruego asegura que no juega demasiado a las cartas, ni se plantea participar en grandes torneos: «Cuando lo hago es por diversión, para relajarme».
Desde antes incluso de convertirse en número uno, todos esperaban que superara la precocidad de Kasparov como campeón mundial. El ruso lo logró a los 22 años; Magnus cumple 20 en noviembre. «Lo más importante para mí es desarrollarme como jugador de ajedrez, más que concentrarme en ningún récord», explica. ¿De verdad no siente ninguna presión por ser campeón? «No, pero cuanto antes lo sea, mejor», admite. Así es este chico, que ni siquiera se queja de los frustrantes ciclos establecidos por la Federación Internacional, que cambia con frecuencia su sistema de clasificación para llegar a la cima. «Es difícil decir si el sistema actual es el más adecuado», admite Carlsen. «El campeón tiene la ventaja de que tiene que jugar un único duelo, mientras que el aspirante al título tiene que ganar tres enfrentamientos muy difíciles sólo para jugar contra él». El Mozart del ajedrez tampoco lamenta los controles antidoping, que muchos de sus colegas consideran absurdos: «Igual que en otros deportes, creo que los jugadores de ajedrez deberían aceptarlos».
Ayuda de Kasparov
Ya es conocido que Kasparov entrenó durante meses a Carlsen. «Sabe muchísimo de ajedrez y tiene mucha experiencia en todas las partes del juego. Ha sido muy valioso para mí poder aprender de su experiencia», reconoce su probable sucesor, quien a su vez apoyó a Anand en su duelo contra Topalov en el último Mundial. «Básicamente hicimos un bombardeo de juego para ayudarle a conseguir experiencia con ciertas aperturas», aclara, sin ánimo para entrar en polémicas. Aficionado al fútbol y a la selección española, Carlsen despeja con contundencia una sugerencia capciosa: ¿No ha pensado hacerse del Barcelona, cuyo estilo se parece más al de la selección? «Te aseguro que el Real Madrid seguirá siendo mi equipo español», sentencia.
La última pregunta regresa a su terreno favorito: Yo juego al ajedrez y lo he comprobado a menudo, pero explique por qué es mucho más duro perder en el tablero que a cualquier otra cosa. «Siento lo mismo, pero no creo que tenga una respuesta mejor que la tuya sobre esto».

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